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Salvados por gracia

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecadossegún las riquezas de su gracia,
8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
En los círculos cristianos, a menudo escuchamos hablar de la gracia, pero ¿entendemos lo que ella significa? La Biblia usa esta palabra para referirse a la generosidad y la bondad de Dios para quienes no la merecen, es decir, todos nosotros.
La gracia de Dios es el medio de nuestra salvación a través de Cristo, y la base por la cual nos ve. Por gracia, somos...
Declarados justos. Toda nuestra culpa y vergüenza han sido quitadas, y la justicia de Cristo nos es acreditada como nuestra (2 Co 5.21). Ahora podemos vivir confiadamente por Cristo, sin importar quiénes fuimos.
Parte de la familia de Dios. Una adopción espiritual ha tenido lugar, para que podamos llegar a ser hijos de Dios y llamarlo Padre (Ef 1.5). Aunque el mundo pueda vernos como insignificantes, somos hijos del Rey.
Hechos coherederos con Cristo. Nuestra herencia está garantizada y guardada para nosotros en el cielo (1 P 1.4). Hemos sido liberados de la atracción del materialismo porque somos ricos de la única manera que importa (2 Co 8.9).
Dotados de una nueva vida. Cuando ponemos nuestra fe en el Salvador, nacemos de nuevo y recibimos un nuevo comienzo (2 Co 5.17). El sello de esta nueva vida es la presencia del Espíritu Santo de Dios en nosotros, quien nos transforma a la imagen de Cristo y garantiza nuestra resurrección futura (Ef 1.13, 14).
Liberados del poder del pecado, de Satanás y del ego. La gracia nos enseña a rechazar toda maldad y a vivir en rectitud y obediencia a Dios (Tit 2.11, 12).
Desde el principio de la salvación hasta nuestro futuro eterno en el cielo, estamos cubiertos por la gracia interminable de Dios