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Sabiduría para la vida

10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones, Y se te multiplicarán años de vida.
11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar.
12 Cuando anduvieres, no se estrecharán tus pasos, Y si corrieres, no tropezarás.
13 Retén el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.
14 No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos.
15 Déjala, no pases por ella; Apártate de ella, pasa.
16 Porque no duermen ellos si no han hecho mal, Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.
17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos;
18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.
19 El camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué tropiezan.
20 Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones.
21 No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón;
22 Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.
23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.
24 Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de los labios.
25 Tus ojos miren lo recto, Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.
26 Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos.
27 No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal.
A veces, la vida parece un laberinto de opciones, y no sabemos qué camino elegir. Lo que necesitamos es la sabiduría de Dios para guiarnos. Nuestra primera fuente de conocimiento es su Palabra, aunque no es el fin. Con los preceptos bíblicos como base, Dios ofrece otras oportunidades que pueden ayudarnos a crecer en sabiduría.
Discernimiento. En vez de aceptar las ideas culturales, debemos comparar lo que escuchamos y vemos a nuestro alrededor, con lo que Dios ha dicho en su Palabra. Entonces reconoceremos el mal y el engaño para evitarlos.
Observación. Al observar las acciones de las personas temerosas de Dios y de las impías, ganamos sabiduría. Al ver sus errores y sus éxitos, así como nuestro propio pasado, asimilamos las bendiciones de la obediencia y las consecuencias del pecado.
Consejo piadoso. El Señor algunas veces utilizará a otras personas para guiarnos (Pr 12.15). Ya sea que nos alienten o corrijan, podemos confiar en sus consejos cuando estén alineados con la Palabra de Dios y sean confirmados por la guía del Espíritu Santo.
Relaciones sabias. Hay un gran beneficio en pasar tiempo con personas que conocen al Señor (Pr 13.20). Antes de entablar una relación, debemos saber lo que las personas valoran. Cuando identificamos a las que demuestran sabiduría, podemos cultivar una relación con ellas e imitar su discernimiento.
Dios quiere que prestemos atención y seamos cuidadosos a la hora de escoger a nuestros amigos. Sabiduría no es solo tener la información correcta; es la capacidad de percibir lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo mejor.