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Para discernir la dirección de Dios

1 Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, Porque estoy afligido y menesteroso.
2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía.
3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día.
4 Alegra el alma de tu siervo, Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma.
5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan.
6 Escucha, oh Jehová, mi oración, Y está atento a la voz de mis ruegos.
7 En el día de mi angustia te llamaré, Porque tú me respondes.
8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras.
9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, Y glorificarán tu nombre.
10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; Sólo tú eres Dios.
11 Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre.
12 Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, Y glorificaré tu nombre para siempre.
13 Porque tu misericordia es grande para conmigo, Y has librado mi alma de las profundidades del Seol.
¿Ha estado buscando la guía del Señor en un asunto en particular, pero todavía no sabe lo que Él quiere que haga? No siempre sabemos por qué Dios no deja todo claro cuando pedimos su ayuda. Pero hacer ciertas cosas puede prepararnos para escuchar sus instrucciones.
Buscar la limpieza. Necesitamos preguntarle al Señor si hay algo en nuestra vida que esté obstaculizando nuestras oraciones. Entonces, si trae algo a la mente, podemos recibir su limpieza mediante la confesión (1 Jn 1.9).
Rendirse. Si no nos hemos entregado por completo al Señor, nuestro corazón permanecerá puesto en nuestros deseos. Cuando ese sea el caso, tendremos dificultades para percibir su voluntad (Stg 4.3).
Pedir con sabiduría. Dios se compromete a responder a nuestras oraciones si pedimos de acuerdo con su voluntad (1 Jn 5.14, 15). Por lo tanto, debemos considerar con mucha atención si nuestras peticiones armonizan con sus deseos.
Meditar. Ya que la Palabra de Dios es una luz en nuestro camino, cuanto más pensemos en las verdades de la Biblia, más claro será el camino (Sal 119.105).
Esperar. Dios promete actuar a favor de los que esperan (Is 64.4). Por consiguiente, debemos resistir el impulso de adelantarnos a Él tratando de arreglar la situación, o manipulando las circunstancias para conseguir el resultado deseado.
En vez de dejar que la incertidumbre le cause ansiedad o temor, considere estas cinco prácticas. Luego, comience a ver su situación como una oportunidad para confiar en su Dios soberano y omnipotente que siempre trabaja para el bien de usted (Ro 8.28).