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Orar con fe

1 Reyes 18:41-46 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
41 Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye.
42 Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.
43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces.
44 A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje.
45 Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.
46 Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
Una vida dedicada de oración es vital para todo creyente que quiera crecer en su relación con Cristo. Sin embargo, muchos cristianos luchamos en este aspecto. ¿Por qué? Por...
LA FALTA DE UNA CARGA: Ser diligente en la oración es fácil cuando nos apasiona la petición que hacemos. Irrumpiremos en las puertas del cielo cuando un ser querido esté enfermo, pero una vez que la urgencia haya pasado, también lo hará la oración. Volveremos a la apatía.
LA FALTA DE TIEMPO: Estamos ocupados y no podemos ver ninguna manera de sacar tiempo para la oración sin hacer un cambio drástico en nuestra agenda.
LA FALTA DE UNA RESPUESTA EVIDENTE: Hemos intentado orar, pero Dios no pareciera responder. Entonces pensamos: Es una pérdida de tiempo; y nos rendimos.
Santiago 5.16-18 nos habla de alguien cuya oración logró mucho: Elías era apasionado y persistente en sus peticiones porque conocía a Dios de manera personal y tenía fe en que respondería. Las respuestas a la oración en el pasado, y el tiempo dedicado en la presencia de Dios, habían robustecido la confianza del profeta.
Cuando Elías comenzó a orar en la montaña, no hubo una respuesta evidente; sin embargo, siguió buscando al Señor. Dios siempre trabaja a nuestro alrededor, ya sea que lo percibamos o no. Los ojos de fe pueden ver su intervención, incluso cuando no haya evidencias tangibles.
Dios no diseñó la oración como un simple canal para hacer peticiones; el pasar tiempo conversando con nuestro Padre celestial es para ayudarnos a conocerlo y amarlo. A medida que crecemos en nuestra pasión por el Señor, pasar tiempo con Él se convierte en un deleite, y la vida en una aventura de fe.