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Nuestro testimonio



Hechos 6.1-6


1En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria.

Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas.

Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo.

Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.

Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía;

a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.


Un testimonio es la expresión pública de fe en Cristo de una persona. Pero nuestra declaración de fe es mucho más que la historia que contamos. Un buen testigo para el Señor consiste en tres partes: carácter, conducta y conversación.


Como cristianos, ponemos un gran énfasis en la elaboración de un relato personal sólido de la obra del Señor en nuestra vida. También hablamos de las maneras en que podemos mostrar a Jesucristo a nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo a través de nuestras acciones. Pero el carácter es la parte del testimonio de cada creyente que subyace, tanto en la conducta cristiana como en la historia de una vida transparente.


En general, lo que hacemos y decimos representa el tipo de persona que somos por dentro. De manera similar, podemos decir mucho sobre el carácter del apóstol Felipe al notar sus acciones y sus palabras registradas en las Sagradas Escrituras. De entre muchos creyentes, Felipe fue escogido como alguien que era sabio y estaba lleno del Espíritu. Pero no fue escogido para un puesto prestigioso, sino para servir comida. Sin embargo, hacía de buena voluntad este trabajo y cualquier otro que el Señor le diera, lo que demuestra su espíritu obediente (Hch 6.5; 8.5, 26). Podemos estar seguros de que era un hombre sincero y digno de confianza, pues cuando hablaba la gente lo escuchaba (Hch 6.6). El testimonio de Felipe brilla en todos los sentidos.


No podemos engañar a Dios ni fingir ante el mundo por mucho tiempo. Tarde o temprano, el orgullo, el resentimiento y la hostilidad producirá acciones y palabras contrarias al mensaje de Cristo; no obstante, la santidad producirá verdadero fruto espiritual.

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