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No de este mundo

1También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
“¿Qué está pasando en este mundo?”. Es probable que usted haya escuchado a la gente preguntarse lo mismo. Y como cristianos, a veces es difícil saber cómo vivir en un mundo que parece estar yendo cuesta abajo éticamente. Como dijo el Señor Jesús de sus discípulos: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Jn 17.16), podemos concluir que nuestras vidas deben ser diferentes a las de los incrédulos.
Cuanto más oscuras se vuelvan las cosas, más pronunciado debe ser el contraste entre nuestro estilo de vida y el del mundo. Y una de las diferencias más evidentes debe ser la manera en que amamos. En 2 Timoteo 3.1-5, el apóstol Pablo advierte que en los últimos días (antes del regreso del Señor) la humanidad sería amante de sí misma, del dinero y del placer, más que de Dios y el prójimo. Tal afecto fuera de lugar resulta en arrogancia, ingratitud, inmoralidad y todas las demás descripciones nefastas que se encuentran en este pasaje. Las cuales son evidentes a nuestro alrededor, ¿no es cierto?
Incluso la tecnología, que hace la vida más fácil, nos está separando. Las conversaciones cara a cara y las llamadas telefónicas están siendo reemplazadas cada vez más por correos electrónicos y mensajes de texto. Dondequiera que miramos, los ojos de las personas están mirando los teléfonos celulares, en lugar de ver a las personas que están frente a ellas.
La buena noticia es que podemos ser diferentes, viviendo y amando de manera diferente al mundo que nos rodea. Como nos dice el Señor en Mateo 22.37-40, la manera de luchar contra la falta de amor a nuestro alrededor, es amando a Dios y a nuestro prójimo.