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Mantenerse firme en la oración

18 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,
2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?
8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Mientras los israelitas participaban en el combate físico, una batalla espiritual se libraba cerca de ellos. La Biblia nos dice que mientras Moisés oraba, se cansaba en medio de una situación crítica (Ex 17.12). Si esto puede pasarle a uno de los líderes más grandes del Señor, no debe sorprendernos que también nos sintamos derrotados o desanimados algunas veces.
Cuando llegan las batallas nos desanimamos porque nuestros ojos se enfocan en las circunstancias. Permitimos que el enemigo distorsione nuestra perspectiva del conflicto, lo cual hace que las barreras ante nosotros parezcan invencibles. Entonces, no es raro sentir pánico y preguntar: Señor, ¿qué voy a hacer? Incluso podríamos dejar de orar porque pareciera que no hay solución, salida ni esperanza de victoria. Es ahí cuando nos cansamos y desalentamos.
El Señor sabía que a veces nos sentiríamos temerosos, por lo que contó la parábola de la viuda persistente en la lectura de hoy. El Señor quería animar a sus seguidores a ser incansables en la oración. Esto requiere fe, sin la cual es imposible agradar a Dios (He 11.6).
Recordemos que el enemigo se regocija cuando nos damos por vencidos, ¡pero la derrota nunca es nuestra única opción! Si pudiéramos ver la situación a través de los ojos de Dios, notaríamos un panorama del todo diferente. Es posible que necesitemos orar con fervor, como si excaváramos un túnel a través de una montaña, pero cuando lo hagamos, nuestra fe y nuestra perseverancia crecerán.
Así que, siga orando, y permita que la Palabra de Dios le anime. Escuchará la seguridad que Dios le da mientras Él lucha por usted