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Los dones espirituales trabajan juntos





Romanos 12.3-8


Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,

así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.

De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;

o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;

el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

¿Alguna vez ha notado que las personas tienen diversas opiniones en la iglesia? Cuando surgen problemas para entendernos con hermanos en la fe, podemos comenzar a preguntarnos si algo está mal en nuestra vida espiritual. Después de todo, ¿no se supone que seamos un cuerpo unido en Cristo?


Resulta que el problema podría ser el resultado de los dones espirituales. El Espíritu Santo da dones a cada creyente por el bien común de la Iglesia (1 Co 12.4-7). Pero, a menos que estemos conscientes de eso, podemos dejar de apreciar los dones de otros creyentes. Entonces es fácil comenzar a demandar que todo el mundo piense o actúe como nosotros.


Por ejemplo, alguien con el don de misericordia podría juzgar como insensible a un creyente con el don de exhortación; el exhortador puede parecer que da más importancia a explicar los beneficios espirituales de la adversidad, antes que simpatizar con alguien que sufre. Sin embargo, ambos dones son beneficiosos; usados de la manera correcta, juntos ayudan a que el que sufre, vea que hay esperanza en la adversidad y reciba aliento para ser fuerte.


El origen de la división en cuanto a los dones espirituales es el enfoque de la persona, el cual se puede manifestar de dos maneras. Si menospreciamos nuestro don espiritual, podemos llegar a resentirnos o sentirnos sin importancia. Si, por otro lado, tenemos en mucho nuestro don, podemos llegar a creer que es el más importante.


Si usted no está de acuerdo con un hermano en la fe debido a sus enfoques diferentes, dele gracias al Señor por esa persona y sus dones. Luego, ore para que ese creyente sea usado para bendición y para la gloria de Dios.

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