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Lo que necesitan los discípulos



Colosenses 1.25-29


25 de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios,

26 el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,

27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

28 a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;

29 para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.


Todos estamos familiarizados con las últimas instrucciones del Señor a sus seguidores; Mateo 28.19 dice que hagamos discípulos y los bauticemos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero el versículo que sigue contiene un segundo aspecto del mandato: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Por lo general, asociamos la Gran Comisión con la evangelización, pero el bautismo y la obediencia a Cristo también son importantes porque son expresiones públicas de la fe de un discípulo.


En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo explica la razón para proclamar a Cristo y amonestar y enseñar a los creyentes: “A fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1.28). Guiar a alguien a la salvación sin enseñarle la Palabra de Dios es equivalente a dejar que un bebé recién nacido se las arregle solo. La salvación da inicio al proceso de aprendizaje de obediencia y crecimiento hacia la madurez espiritual, el cual dura toda la vida.


Además, no podemos limitar la tarea de enseñar a pastores y misioneros, como tampoco podemos decir que solo ellos están llamados a evangelizar. A toda la iglesia se le ha dado la tarea de hacer discípulos y enseñarles a obedecer al Señor. En vez de sentarse en los servicios de la iglesia, la escuela dominical y los estudios bíblicos para beneficiarnos del conocimiento obtenido, pasemos a los demás lo que hemos aprendido.


La enseñanza no es el rol exclusivo de aquellos que se paran en el púlpito. Es algo que puede hacerse de manera individual. Piense en todo lo que usted ha aprendido desde que fue salvo. ¿Qué puede compartir con alguien más, que ayudará a esa persona a crecer en Cristo?

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