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La voz de Dios, hoy y siempre

1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
4 Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.
5 Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.
6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra.
7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido.
Para entender cómo Dios puede estar hablándonos hoy, primero debemos examinar cómo habló en el pasado. ¿Qué hizo que su voz fuera tan clara para los héroes de la fe?
En los relatos del Antiguo Testamento, una de las maneras principales en que Dios hablaba a las personas, era por revelación directa. Es decir, se comunicaba de forma directa al espíritu de cada persona. Esto es lo que vemos en sus conversaciones con Abraham, por ejemplo (Gn 12.1-3).
En aquel tiempo, por supuesto, el Señor hablaba también a través de su Palabra. Esto incluía los Diez Mandamientos y la ley de Moisés, que hacían posible que las personas conocieran y obedecieran la voluntad de Dios (Ex 20).
Las circunstancias era otra forma en que Dios se comunicaba. Por ejemplo, piense en su interacción con Gedeón, quien estaba asustado y necesitaba un poco más de estímulo (Jue 6.36-40). El Señor respondió con misericordia a su petición de una señal física especial de la presencia divina.
El Nuevo Testamento menciona más métodos de comunicación de Dios. Su mensaje puede venir a través de ángeles o del Espíritu Santo (Mt 1.19-21; Hch 8.29). Hubo ocasiones en que Dios habló en forma perceptible, como en la dramática experiencia de salvación del apóstol Pablo en el camino de Damasco (9.1-19).
De diferentes maneras, el Señor ha asegurado siempre a su pueblo que se preocupa por ellos y que está a su lado. Sin embargo, aunque este es un estímulo muy necesario para nuestra vida, es posible que Dios no elija comunicar un mensaje de la misma manera que lo hacía en el pasado. Pero sabemos que su voz siempre es clara en su Palabra cuando estamos dispuestos a escuchar.