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La oración efectiva

7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
Nunca he conocido a un cristiano que no desee tener una vida de oración efectiva. Todos anhelamos ver al Señor responder nuestras oraciones e intervenir en las preocupaciones y necesidades que le presentemos, pero ¿estamos dispuestos a hacer lo que se requiera? La promesa de Cristo está ligada a dos prerrequisitos que encontramos en el versículo 7 del pasaje de hoy.
“Si permanecéis en mí”. Permanecer significa perseverar, morar o continuar, y de acuerdo con 1 Juan 3.24, permanecer en Cristo se caracteriza por guardar sus mandamientos. Por consiguiente, si queremos orar con efectividad, debemos comprometernos a obedecer a Dios. Cualquier rebelión nos roba la sabiduría que necesitamos para saber cómo orar y dificulta nuestra comunión con el Padre, impidiendo que Él nos escuche y responda a nuestras peticiones.
“Y [si] mis palabras permanecen en vosotros”. Debemos preguntarnos: ¿La Palabra de Dios permanece, habita y continúa en mí? ¿Me interesa más hablar con Dios en oración, que escuchar lo que Él ha dicho en su Palabra? La Biblia es la base para la oración efectiva. Cuando leemos y meditamos en la Palabra de Dios, ella nos convence de pecado para que nos arrepintamos y seamos limpiados. Las Sagradas Escrituras ajustan nuestro enfoque, de las prioridades terrenales a las celestiales. También da forma a nuestros pensamientos para alinearlos con los de Dios, para que sepamos cómo orar de acuerdo con su voluntad.
No hay atajos para una vida de oración fructífera. Debe ser cultivada por medio de un estilo de vida de obediencia y dedicación a la Palabra, las cuales se cultivan durante toda la vida, y glorifican a Dios al dar frutos duraderos.