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La cura contra el sentimiento de inferioridad


Efesios 3.14-21


14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,

15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,

16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,

18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,

19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,

21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.


El mundo nos bombardea con mensajes que pueden desencadenar sentimientos de inferioridad. Promete felicidad y satisfacción si conducimos el mejor automóvil, vestimos lo que está de moda, o estamos en forma. Si no nos protegemos del consumismo, alejaremos la verdad de Dios de nuestra mente e iremos tras una búsqueda infructuosa de sentimientos de valía y suficiencia.


Muy a menudo miramos los aspectos externos para demostrarnos a nosotros y a los demás que somos valiosos. Incluso llegamos a pensar: si solo me viera mejor, tuviera más dinero o fuera más inteligente, los demás me aceptarían. No es sabio dejar que las opiniones y los estándares de los demás determinen nuestra autoestima; la única evaluación precisa de nuestro valor viene de Aquel que nos amó tanto que murió en nuestro lugar.


El apóstol Pablo dijo a sus lectores que el valor en la vida se obtiene de conocer y comprender todas las dimensiones de amor que Dios siente por ellos. Este conocimiento es nuestra ancla cuando los fracasos nos tienten a condenarnos y a retirarnos derrotados. Observe que el Señor no dice que nos dará todas las cualidades y todas las cosas que pensamos que vencerán nuestra sensación de inferioridad. En vez de eso, promete fortalecernos “con poder en el hombre interior” (Ef 3.16).


Dios es “poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”, pero su método es trabajar de adentro hacia afuera, “según el poder que actúa en nosotros” (v. 20). Si lucha con sentimientos de inferioridad, pídale a Dios que sane su alma haciendo un hermoso trabajo en usted.

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