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El problema con los celos


1 Samuel 18.5-16


5 Y salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemente. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl.

6 Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.

7 Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles. m

8 Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.

9 Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David.

10 Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano.

11 Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.

12 Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl;

13 por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil; y salía y entraba delante del pueblo.

14 Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.

15 Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él.

16 Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.


Los celos son un sentimiento peligroso. Son un veneno para el creyente, porque abren el corazón a otros sentimientos y actitudes pecaminosas. En consecuencia, deben ser tratados con rapidez, antes de que tengan la oportunidad de echar raíces.


Los celos del rey Saúl distorsionaron tanto su mente que, al final, se convirtió en un ser amargado que destruyó su relación con David. El problema comenzó cuando el pueblo alabó a David más que al rey, diciendo: “Saúl ha matado a sus miles, y David a sus diez miles” (1 S 18.7). El rey comenzó a desconfiar y a buscar indicios de que David podría intentar destronarlo. Aunque Saúl nunca encontró ninguna evidencia real, su mente nublada confundía cualquier éxito en la vida del joven soldado como una razón para sentir celos.


Su amargura y temor empeoraron hasta que estuvo dispuesto a quitarle la vida a David solo para tranquilizar su mente. Nunca podríamos ir tan lejos como Saúl, ¿cierto? No esté tan seguro. Los celos son un sentimiento poderoso, y uno no puede decir qué podría hacer una persona si les diera rienda suelta. Por eso es importante lidiar con los celos tan pronto como nos demos cuenta de ellos. Primero, cada quien necesita examinar su propio corazón y determinar si hay alguien que provoque sentimientos de desconfianza, amargura, hostilidad o resentimiento. Entonces, debemos someter en oración esos sentimientos al Padre celestial.


Los celos y el resentimiento son sentimientos venenosos que no corresponden con quienes somos como hijos de Dios. Incluso un poco de veneno puede ser peligroso, y albergar tales actitudes durante cualquier período de tiempo es demasiado tiempo.

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