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El plan de Dios para nuestra economía

7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?
8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.
9 Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado.
10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
12 Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.
13 Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti?
14 Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?
15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.
16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.
18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve
La abundancia de versículos bíblicos que hablan sobre el dinero demuestra que Dios se preocupa por nuestra economía personal. Debido a que es un elemento esencial de nuestra vida, el dinero puede capacitarnos para ser mejores mayordomos, enseñarnos autocontrol y fortalecer nuestra obediencia al Señor.
Tal vez el aspecto más grande de obediencia involucre nuestra voluntad de dar. La ley del Antiguo Testamento ordenaba contribuciones financieras para el mantenimiento del templo y el apoyo de los levitas que servían allí. Y el Nuevo Testamento muestra que los creyentes apartaban con regularidad una porción de sus ingresos para la obra del reino (1 Co 16.2).
No obstante, los temores y las excusas a veces nos impiden cumplir fielmente esta responsabilidad que Dios nos ha dado. Después de todo, dar el dinero que necesitamos para pagar nuestras cuentas puede parecer desacertado. Pero el Señor promete bendiciones desbordantes a quienes obedecen. De hecho, nos invita a probarlo en esto para que veamos si será fiel (Mal 3.10).
Cuando descuidamos nuestra responsabilidad de dar al Señor, expresamos incredulidad en su integridad y su poder, ingratitud por todo lo que nos ha dado, y rebeldía contra sus mandamientos. Y dado que la primera parte de nuestros ingresos le pertenece a Él, retenerla equivale a robar a Dios.
No piense que su situación económica es demasiado delicada para Dios, y que hará que rompa la promesa que nos ha hecho. La fidelidad de Dios depende de su naturaleza y su omnipotencia, y no se ve afectada por los problemas monetarios que tengamos. Confíe en Él, y dé con generosidad.