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El nombre de Jesús

Filipenses 2:4-11 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
El nombre JESÚS provoca todo tipo de reacciones. Algunas personas muestran indiferencia, otras odio, y muchas piensan en este en un sentido profano. Pero para aquellos de nosotros que conocemos a Jesucristo como Señor y Salvador, su nombre es más precioso que cualquier otro, y un día en el cielo nos inclinaremos con gozo delante de Él.
En tiempos bíblicos, los nombres se daban para representar la naturaleza de la persona, y este es el caso de los que se usan para identificar a nuestro Salvador:
SEÑOR SIGNIFICA “SU DEIDAD”. Jesucristo existía antes del tiempo como el eterno Hijo de Dios, y su divinidad nunca quedó interrumpida, ni siquiera cuando se humilló para hacerse hombre.
JESÚS MUESTRA SU HUMANIDAD Y SU MISIÓN. Este era un nombre muy común entre los judíos, y por el cual nuestro Salvador era conocido como hombre. Jesús significa “Jehová es salvación”, y eso es ni más ni menos lo que vino a hacer: “a salvar a su pueblo de sus pecados” (Mt 1.21).
CRISTO SIGNIFICA “MESÍAS”. El Señor cumplió a la perfección todas las profecías del Antiguo Testamento que hablaban de la primera venida del Mesías, y las profecías mesiánicas restantes se cumplirán por completo cuando regrese para reinar en la Tierra como Rey.
Cuando Poncio Pilato se dirigió a los judíos, hizo una de las preguntas más cruciales de la Biblia: “¿Qué haré de Jesús, llamado el Cristo?” (Mt 27.22). Todos debemos responder a esta misma pregunta, y la manera en que lo hagamos determinará nuestro destino eterno.