Admin
Dos caminos a través de un valle

1 Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
2 Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron
3 Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.
4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.
5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto.
6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.
7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y respóndeme.
8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová;
9 No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; Mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.
11 Enséñame, oh Jehová, tu camino, Y guíame por senda de rectitud A causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos; Porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.
13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes.
14 Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.
¿Qué hace usted cuando las presiones de la vida parecen imposibles de soportar? Los viajes a través del valle de la aflicción son inevitables y dolorosos, pero Dios no los desaprovecha. Las pruebas de la vida pueden ayudarnos a conocerlo mejor.
En nuestra impotencia, descubrimos el poder de Dios para sostenernos.
En nuestra desesperación, Dios nos invita a experimentar su paz.
En nuestro dolor, Él se convierte en nuestro consolador y protector.
En nuestra desesperanza, Él levanta nuestros ojos para ver su bondad.
Además, en medio de las crisis descubrimos asuntos que tienen que ver con nosotros mismos. Los tiempos terribles prueban nuestra fe y revelan nuestro verdadero carácter. Cuando una crisis golpea por primera vez, la mayoría nos alarmamos. Pero en ese punto, podemos tomar uno de dos caminos muy diferentes.
El camino del temor. Si nuestra relación con el Señor es débil, el temor puede hacernos entrar en pánico, buscar consejo incorrecto, culpar a las personas o a Dios por el problema, o tratar de encontrar una salida por nuestra cuenta.
El camino de la fe. Por otro lado, si nuestra fe es fuerte, pasaremos de la alarma a la confianza, buscando al Señor por medio de la oración y su Palabra. Lo logramos teniendo fe en que Él cumplirá sus promesas a pesar de las supuestas evidencias de lo contrario, y recordando cómo nos ayudó en el pasado. De esta manera, nuestra entereza y confianza en el Señor se fortalece.
Cada adversidad que Dios permite en nuestra vida está diseñada para ayudarnos a madurar, no para destruirnos. Cuando nos rendimos al Señor en medio de una crisis, Él nos faculta para esperar con paciencia y esperanza.