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Cuando no escuchamos a Dios

Génesis 3:1-13 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Desobediencia del hombre
3 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
El pasaje de hoy ofrece una imagen de lo que puede suceder cuando los creyentes no escuchan a Dios. Eva sabía tan bien las instrucciones del Señor, que las repitió casi palabra por palabra a la serpiente. Sin embargo, el orgullo y el deseo la vencieron, y fue engañada. Eva dejó de escuchar a Dios y abrió sus oídos a la voz equivocada.
Piense en cuántas voces escuchamos en un día cualquiera. Artículos, podcasts e incluso amigos y familiares nos bombardean la mente con ideas y filosofías. Escuchamos mensajes superficiales envueltos en un lenguaje bonito. Es fácil caer en el engaño, a menos que renovemos nuestra mente con la Palabra de Dios.
Eva se metió en problemas con tan solo hacer una breve pausa y escuchar las palabras de la serpiente. Satanás torció el significado de lo que Dios le dijo, para tentarla a alejarla de la verdad y caer en el error. Le aseguró que en vez de caer muerta, llegaría a ser como Dios: ¡Sus ojos se abrirían, y ella conocería la verdad!
En un sentido, las palabras de Satanás fueron precisas, pero no ciertas. Los ojos de Eva fueron abiertos; sin embargo, el conocimiento no era tan maravilloso como lo implicaba la serpiente. Fue despertada a su propia naturaleza pecaminosa y al abismo que se había creado entre ella y Dios. Además, el cuerpo físico de Eva sufriría la muerte como resultado de su pecado.
Tenga cuidado cuando los mensajes compitan por su atención. Satanás, que es tan astuto hoy como lo fue en el Edén, se viste de engaño para sonar como si dijera la verdad; aunque miente cuando habla (Jn 8.44). Por eso, sintonícese con Dios y los principios de su Palabra. Él solo dice la verdad.