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Contentamiento en todas las circunstancias

10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.
11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Mucha gente piensa que el contentamiento es difícil de alcanzar, porque la felicidad y la paz nunca duran. ¿Pero es esa la verdadera razón? Es común asociar un estado de satisfacción con una situación positiva, pero Pablo desafía esta idea cuando dice: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Fil 4.11).
El contentamiento no es algo que venga de modo natural; se aprende. No es en medio de comodidad que sentimos gratificación, sino en situaciones que nos causan problemas, temor y ansiedad. El apóstol Pablo tuvo muchas oportunidades de aprender estas lecciones, porque su vida fue una serie de dificultades (2 Co 11.23-33). Y en sus cartas, él transmite lo que había aprendido sobre el contentamiento.
Enfocarse en Cristo en vez de las circunstancias. Pablo tenía todas las razones para quejarse, porque fue encarcelado de manera injusta. Sin embargo, en su carta a los filipenses, no culpó a nadie ni se quejó. Al contrario, siguió regocijándose en Cristo porque allí es donde se encontraban su enfoque, afecto y devoción.
Enfocarse en lo que Dios está haciendo por medio de la situación. Pablo vio cómo el Señor utilizó su reclusión para el progreso del evangelio (Fil 1.12).
Enfocarse en la omnipotencia y la misericordia del Señor. El apóstol estaba seguro de que sus circunstancias estaban bajo el control soberano de Dios, Quien dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman y han sido llamados de acuerdo con su propósito (Ro 8.28).
En esencia, podríamos decir que Pablo evaluó sus circunstancias a través de un lente enfocado en Dios. El resultado fue gozo y contentamiento en todas las circunstancias.