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Contentamiento en todas las circunstancias



Filipenses 4.10-13

10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.

11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.

12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.

13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.


Piense en los momentos  en que se ha sentido satisfecho. ¿Qué le ha hecho sentirse así? Para la mayoría de las personas, la sensación de bienestar se produce cuando se encuentran en el ambiente que les agrada, pero ese no fue el caso del apóstol Pablo. Él aprendió a estar contento en todas las circunstancias, buenas y malas.


Haríamos bien en aprender algunas lecciones de él. En realidad, no podemos evitar todas las situaciones difíciles, por lo que también podríamos descubrir cómo enfrentarlas con un espíritu apacible, tranquilo, sin frustración ni ansiedad.


El contentamiento no se rige por circunstancias externas. Cambiar la situación puede traer alivio temporal, pero la satisfacción basada en las circunstancias siempre será esporádica y fugaz. Es cuestión de cómo piensa usted, no de lo que tenga.


El contentamiento fluye de una actitud interior. La calma interior del apóstol provenía de una mente enfocada en Cristo. Al tomar la decisión de confiar siempre en el Salvador, el apóstol permitió que el Espíritu Santo gobernara sus emociones y moldeara sus respuestas.


El contentamiento se aprende por experiencia. Esto no es algo que pueda obtener de un libro o un sermón, porque es un proceso que debe ser vivido. Pablo aprendió el contentamiento en la persecución, el sufrimiento y la prisión. El Señor usó todas las dificultades para transformarlo.


Las situaciones que causan frustración, ansiedad y pesadumbre son también las que Dios usa para producir contentamiento en nosotros. Cuando esté hastiado de sus propias quejas, desilusiones e insatisfacción, entonces estará listo para dejar que el Señor le enseñe a vivir con gozosa confianza.

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