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Comunicar la verdad de Dios

Mateo 28:18-20 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Es probable que haya escuchado a alguien decir: “Esa es tu verdad, pero no la mía”. La verdad genuina no es relativa. Tampoco es un fenómeno a tiempo parcial. Así que, cuando el Señor Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Jn 14.6), lo dijo para todos. Los principios firmes que Dios ha comunicado deben ser compartidos con otros.
Vemos esta afirmación una y otra vez en las Sagradas Escrituras. En Mateo 28.18-20, el Señor nos da lo que se conoce como la Gran Comisión. Esta es una responsabilidad de todos los creyentes: debemos salir y difundir la verdad de Jesucristo, enseñando a los demás lo que hemos aprendido.
Del mismo modo, en 2 Timoteo 2.2, el apóstol Pablo le dice a Timoteo no solo que cuente a los demás lo que ha aprendido, sino que también anime a esos hombres a contarlo a más personas. Pablo afirma también que nosotros, como creyentes, somos “embajadores de Cristo” (2 Co 5.20). En otras palabras, somos sus emisarios para el mundo. Debemos tomar lo que sabemos y darlo a conocer a quienes encontremos. ¿Con qué propósito? El pasaje deja claro que nuestra misión es ayudar a los demás a reconciliarse con Dios.
¿Cómo podemos dudar de la urgencia de este mensaje? ¡Tenemos una verdad que contar, y debemos compartirla!
Esta semana, tómese el tiempo para escribir su historia de fe, y medite en ella para que se sienta cómodo y confiado al compartir ese testimonio con los demás. Ore por oportunidades para compartir cómo el amor de Dios ha cambiado su vida. Luego deje las consecuencias en manos del Señor.