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Cómo seguir las huellas de Cristo

24 El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?
26 Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.
27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.
28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.
30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados.
31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
32 A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra;
36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.
37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;
38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
40 El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
41 El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá.
42 Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
Gran parte del cristianismo tiene una visión distorsionada del discipulado. En nuestro deseo de ver a más personas venir a Cristo, podemos llegar a ofrecer un evangelio que enfatice el provecho de seguir al Señor, sin mencionar el costo que eso implique.
Sin embargo, el Señor no evitó decir la verdad. Le hacía saber a la gente que ser su discípulo no sería fácil, porque estarían siguiendo sus huellas. Si Cristo enfrentó la vida con desafíos, ¿por qué nosotros no? Debemos tener como objetivo el llegar a ser más como nuestro Salvador, aunque esto signifique sufrir de algún modo.
Por el contrario a lo que muchas predicaciones contemporáneas sugieren, seguir a Cristo puede o no mejorar nuestras relaciones. Podría convertirse en una fuente de contención porque el amor, la devoción y la lealtad de un verdadero discípulo reemplazan a cualquier otra relación. Si un amigo o pariente contradice lo que el Señor ha ordenado, entonces la opción debe ser seguir a Cristo en vez de al ser querido.
Como cristianos, con frecuencia estaremos tentados a transigir para evitar malentendidos, críticas, rechazos o persecución. Pero como seguidores de Cristo, estamos llamados a tener una vida crucificada, y transigir socava la naturaleza de la crucifixión. No podemos buscar la aceptación del mundo y al mismo tiempo seguir al Señor. Hasta que estemos con ambos pies del lado de la obediencia, perderemos la seguridad de la paz y las bendiciones de Dios.
Aunque el discipulado es costoso, la recompensa es grande. El Señor Jesús promete confesar nuestros nombres como suyos delante del Padre celestial cuando entremos en nuestro hogar celestial.