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Cómo escuchar la Palabra de Dios

1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel.
2 Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo.
3 Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.
4 Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam.
5 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento.
6 Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: !!Amén! !!Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.
7 Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar.
8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
9 Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.
En nuestra cultura las Biblias son tan abundantes que a menudo no las valoramos. Este no era el caso en los días de Esdras. Después de haber sido exiliados de Israel durante muchos años, los judíos finalmente habían regresado a su tierra, y el pasaje de hoy describe su reacción al escuchar las Sagradas Escrituras. Podemos tener fácil acceso a las Biblias hoy, pero haríamos bien en acercarnos a la Palabra de Dios de la misma manera que lo hicieron estos israelitas.
Con ansiosa atención. El pueblo escuchó con atención mientras Esdras leyó las Sagradas Escrituras “desde el alba hasta el mediodía” (Neh 8.3). ¿Qué tan deseoso está usted cada día de abrir la Palabra de Dios y dedicar tiempo a la lectura y el estudio?
Con reverencia y adoración. Cuando Esdras abrió el rollo, todas las personas se pusieron de pie en reverencia, y luego se postraron para adorar al Señor (Neh 8.5, 6). La Biblia revela quién es Dios, y aumenta nuestro temor reverente por Él y el respeto por su Palabra.
Con entendimiento. Había personas que ayudaban a otros a entender lo que escuchaban, de manera parecida a como lo hacen los pastores y maestros hoy en día (Neh 8.7, 8).
Con arrepentimiento. Después de escuchar la Ley de Dios, se sintieron redargüidos por el pecado, y se arrepintieron con tristeza y llanto (Neh 8.9). La Palabra de Dios es santificadora, revela el pecado y nos guía a la rectitud.
Es fácil desestimar lo que está a nuestro alcance, pero nunca debemos perder de vista la posesión más valiosa que Dios nos ha dado: su Palabra inspirada e inerrante.